GEDATSU



GEDATSU algo que decir del KARATE

“Hay un mundo entre la teoría y la práctica”. 

Bueno…de hecho hay tres. 

UNO
Cuando el hombre corriente reacciona a un peligro ordinario, la información pasa de los órganos sensoriales al cerebro racional “neocortex”, para evaluar pros y contras y decidir así la respuesta más adecuada en función de los intereses. Pero hay un problema, esa respuesta sirve en ciertas situaciones no muy inminentes. En una situación decisiva, un segundo de tiempo, puede ser la diferencia entre la vida o la muerte. Y el karate te predispone y adiestra, sobre todo para situaciones límite al objeto de aprender a liberarnos de la tiranía del exceso de pensamientos del ego que nos bloquea. 

DOS
En otros casos, cuando el peligro nos ofende de alguna manera, la información del peligro pasa a zonas del “cortex” más emotivas, donde la información de respuesta se puede reducir o amplificar en función de lo que nuestros pensamientos decidan echar a la caldera emocional. Resulta curioso observar el típico “calentón” con la consiguiente pérdida de control por secuestro emocional. Y esas fugas de control son las que el entrenamiento de karate trata de mitigar en el estudiante. En parte para conseguir convertirnos en lo posible, en personas emocionalmente inteligentes. 

TRES
Pero, cuando sufrimos una amenaza verdaderamente seria, es cuando usamos la “ruta directa” hacia el “paleocortex”, la zona más profunda del cerebro. La más rápida y resolutiva porque funciona en código binario “lucha-huida”, si o no”. 

CONCLUSION
Educar el cerebro para artes marciales, no es otra cosa que usar los cerebros superiores "cortex y neocortex" única y exclusivamente para aprender patrones: técnicas, katas etc... Pero, después  es urgente“ eliminar el ego parlanchín y emotivo” (gedatsu) de los susodichos, para encontrar la serenidad en las emociones y el vacío mental de nuestro parlanchín interior, desde el que podemos responder con patrones reflejos automatizados del cerebro profundo, sin la interferencia de los otros dos cerebros más superficiales; siguiendo así la máxima de: "pensar cuando hay que pensar, actuar cuando hay que actuar”. Aprendiendo así a no ser perturbado por pensamientos y emociones, permitiendo al cerebro profundo lidiar con la realidad, que es el que verdaderamente, en "lo básico", ha sabido hacer bien su trabajo durante todo el proceso de la evolución. 

Félix B. Díaz.