“GANAR-GANAR”
CON
TUI-SHOU(9)
“Si la praxis es justa, el espíritu se vuelve justo”
Calma...
Merece la pena explicar bien esa sentencia.
Y de eso precisamente vamos a tratar, porque con esa explicación llegaremos a conclusiones poco menos que sorprendentes.
Y nada mejor para empezar subrayando que, el maravilloso premio que nos propone el Tui-shou del TAI-CHI-CHUAN, no es otro que la suprema habilidad de solucionar los conflictos de la vida, a la manera ganar-ganar. O sea que, en vez de ganar a toda costa, incluso a costa de que otro pierda, que todo el mundo salga ganado. O sea ganar-ganar, al modo de que:
NO TE PERJUDIQUEN
NO PERJUDIQUES
Y como corolario:
NO TE PERJUDIQUES
Esta última, quiere expresar que, no perjudicarte a ti mismo, está en relación con que no te perjudiquen y no perjudiques.
Ahora se preguntará como es posible eso. Pues bien. Eso es porque en realidad,
“todo lo que nos pasa por fuera es un fiel reflejo de
lo que nos ocurre por dentro”.
O sea que, “todo lo que nos pasa por fuera:
NO TE PERJUDIQUEN,
NO PERJUDIQUES,
NO PERJUDIQUES,
es un fiel reflejo de lo que nos ocurre por dentro:
NO TE PERJUDIQUES”.
Para decirlo de otra manera, cuando uno responde al entorno, a los demás, con pulsiones cavernarias en vez de perfecta calma y sosiego, es porque tiene agresividad dentro o la auto-genera por la situación exterior. Pero la culpa de la agresividad suele ser huérfana, y si alguien la tiene, no la tiene el exterior, sino uno mismo en su interior.
Un cazador desesperado llama a servicio de emergencias y dice:
-¡Mi amigo parece muerto! ¿Qué puedo hacer?
-A ver, dígame: ¿nombre?
–Oiga de prisa
-¿d.n.i?
–Puede dejarse de sandeces?
-¡Cálmese, cálmese! asegúrese de que está muerto.
Tras un silencio, se oye un disparo. Y… -¡¡¡YA ESTÁ!!! ¿y ahora que?
Dejar de lado todo tipo de violencia, incluso la verbal.
Más aún la verbal, que suele ser más inconsciente pero igual de dañina.
Una chica vociferaba: ¡Yo no soy violenta, hijo de perra!
Violenta nooo…violenta e inconsciente.
Dejar de ladrar.
Dejar de ladrar a los perros.
Nunca ningún perro aprendió a dejar de ladrar, ladrándole al perro.
Dejar de resistirse a todo, incluso a la maldad.
Esa energía debe ser ahorrada como energía para nuestro beneficio, porque esa energía conservada atraerá más energía positiva, y toda esa energía será la antesala transformadora que trasciende fronteras y nos conducirá al camino de la ARMONIA.
Volviendo por un momento al Tui-shou, sea el simple empuje, el tirón, el golpe al que me vea sometido, sea el conflicto que sea al que nos enfrentemos, sea la desarmonía que sea a la que estemos expuestos, deberíamos irradiar nuestra armonía interior imparcialmente.
Como el sol nos alumbra con sus rayos.
O sea, con la armonía ser armonioso, y con la desarmonía ser también armonioso.
Pero a veces nos obcecamos en abrir el puño cerrado a fuerza y amenazante, de otra persona, a base de animalidad bruta; cuando una simple palabra bien dicha y en el momento adecuado, puede abrirlo sin más.
Esta es la suprema cualidad humana del ganar-ganar.
Y el Tui-shou propone una estrategia sublime para ganar-ganar:
Recibir (shou) la acción del oponente acompasándonos con el.
Devolver (gong) la acción direccionándolo con dulzura a nuestro beneficio, y también al de él.
Estamos ante el paradigma satisfactorio basado en ganar-ganar.
Acompasar y direccionar se realizan en base a seis “fases temporales” que re-dirigen en armonía al oponente (y que te voy a explicar en el próximo escrito). Pero a lo que queremos dar importancia ahora, es que tanto acompasar como direccionar, necesitan que nuestro interior esté perfectamente limpio e impoluto.
En verdad, lo que tenemos en nuestro interior, en todo momento, es lo que irradiamos al exterior. Por eso, no se puede ser médico de otros estando uno mismo lleno de llagas.
Me explicaré mejor, en cierta ocasión una madre, llevo a su hijo a un gran Sabio para que le convenciera de no comer dulces, puesto que todo el día, el niño comía dulces todo el día.
El Sabio le dijo:
-Vuelva dentro de diez días.
-Al cabo de los diez días la madre volvió y el Sabio dijo
-Bueno vamos a empezar con la terapia.
-Pero la madre le interrumpió.
-¿Por qué me ha hecho perder esos diez días señor?
-Usted no lo entiende señora, hace diez días yo también comía dulces todo el día.
De lo dicho, deseo que se entienda que, el exterior depende en gran medida del interior. Y, por añadidura, tal y como apunta la teoría del “isomorfismo psicofísico”, los acontecimientos y los hechos psicológicos concurrentes, se influencian mutuamente.
O sea, un cambio en la mente, supone un cambio en el cuerpo.
Y un cambio somático supone un cambio en la mente.
Es una vía de doble sentido.
Y al final, responder con agresividad es como tirar carbones encendidos al otro; al meter la mano para cogerlos, nos quemamos más que el susodicho. Y al final, nos sentiremos peor y quedaremos en peor lugar.
Y todo esto ya lo sabes, lo sabemos, claro que lo sabemos.
Pero a veces no podemos contener la erupción volcánica.
¿Por qué?
Porque sólo cuando por dentro estemos bien, responderemos bien.
Y cuando respondemos siempre bien al entorno, es porque interiormente ya estamos siempre bien. Por tanto, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que, armonizando con el compañero armonizaremos con nosotros mismos, y también a la inversa.
No es compatible la independencia de ambos factores.
Todo esto nos conduce a argumentar que, ¡¡¡el Tai-chi, y aún más, el Tui-shou del Tai-chi-chuan, es el trabajo que necesitamos para descubrirnos y modificarnos a nosotros mismos!!! Y relacionarnos bien con los demás.
Pero para ello, hay que “perderse”. Entiéndase con perderse, sumergirse en el placer de olvidarse de uno mismo, zambullirse en el oleaje del oponente y con la mente limpia como un espejo claro que lo refleja todo. Radiante y sin interferencias por deliberación o auto-afirmación.
En contrapartida, armonizar con los demás no aportará beneficio único a los demás.
Claro que no.
Porque nosotros mismos seremos los principales beneficiarios de armonizar con los demás.
Y después los demás.
Esto es ganar-ganar.
Por eso, en el Tui-shou no hay que hacer distinción entre el oponente y uno mismo. Hay que flotar en una sensación oceánica, donde no haya trabas. Las trabas contra el oponente suponen trabas que están en mi interior.
Y todo esto nos lleva a concluir que, una modificación de nuestra conducta técnica, o sea, en la conducta de resolver los problemas marciales, supone en perfecta concomitancia, una modificación en la hoguera de nuestras vanidades”.
Para decirlo de manera contraria, la vanidosa satisfacción que se produciría en una buena recepción o descarga nos conduciría a la instantánea “congelación mental” o a los “resaltos de la mente” y como consecuencia, a la perdida de la frescura en el estado mental alerta y a la deprivación sensorial fina.
Mientras que con la magnífica propuesta del Tui-shou, el interior, la mente debe permanecer limpia, y con el denominado “foco abierto de la mente”.
Este, el “foco abierto de la mente”, es un estado aposentado, centrado. Es decir que desde un centro virtual (el baricentro o Dan-tien) se abren todos los sentidos en todas direcciones. Un estado contemplativo, silente, sin elección, sin un deseo que limite otras posibilidades. Evitando así dos actitudes poco convenientes tanto para la respuesta fresca y espontánea como para la salud:
Una es la distractibilidad de la mente, que salta de un lado para otro, dejándose llevar por el estímulo más placentero.
Otro es el estado habitual de no estar en el presente. Porque estar en el presente, no es lo que usted cree. La mente normal no entiende el estado presente, porque ¡¡¡SORPRENDASE!!! en realidad SIEMPRE ESTA VIVIENDO CON MEDIO SEGUNDO DE DESFASE.
Pues bien, el Tui-shou nos anima a aflojar la presión de los pensamientos obsesivos, de deseo, manteniendo por el contrario, el foco abierto de la mente, y como consecuencia a nadar en el éxtasis del eterno presente y en definitiva, a mejorar nuestra calidad de vida. Y de paso, aprender que, si estamos muy atentos en el presente, no hay mal ocasionado por un conflicto, que por bien no venga a proporcionarme una evolución.
Es comprensible, y también fácil. Pero si aún así, el Tui-shou se nos hace difícil para mejorar nuestro interior, para abandonando la presión mental, para “perder la cabeza”, en el buen sentido…
¡¡¡Aquí queríamos llegar!!!
Quiero decir con esto que, si desde el exterior, desde el cuerpo, con el Tui-shou, se le hace un poco lento cambiar el interior, de un pequeño impulso edificando también desde el interior. Con la meditación.
Pero, entiéndase bien. La meditación no sustituye al buen Tui-shou, sólo ayuda en sinergia.
Aunque con una ventaja.
La meditación posee una ventaja clara, puede hacerse en cualquier momento.
Puede hacerlo ¡¡¡incluso ahora!!!
ahora mismo y con sencillez.
Y ya que estamos intimando, te voy a mostrar mi meditación personal.
Inténtalo si lo deseas:
Decelera con suavidad…hasta que detengas por un momento toda actividad.
Abrete al entorno. Sonidos, olores, sombras, claridades se vuelven nítidos.
Relaja el cuerpo de arriba abajo como si agua calida resbalase por tu cuerpo.
Relax.
Máximo relax.
Intercambia la actitud frenética de la mente, por sensibilidad en el interior del cuerpo. En el baricentro (Dan-tien).
Sumérgete en el entorno con la sonrisa del interior del cuerpo.
Fúndete con el entorno.
Nada más que hacer.
Sólo…
quédate así...
Sin ánimo de ser exhaustivo, debe quedarnos tan claro como el agua que, al igual que el zumo de naranja sólo puede provenir de la naranja, el corazón forjado en oro de armonía interior que nos inunda, es la armonía exterior con la que brillamos.
Para ganar-ganar habrá que ceder, abrirse con confianza, abrir el foco de interés por los demás, compartir, desprotegerse, soltarse…
Hay que abandonarse como una rama al viento, y dejar que todo ocurra a nuestro alrededor interfiriendo lo menos posible.
Y… sólo actuando, cuando la situación lo pida.
Pero aún así, no basta.
Es necesario hacerlo de manera muy sutil. Tan sutil que no dejemos rastro de oposición.
Pero sobre todo en este buen camino de vida, que nos propone el Tai-chi-chuan, ser receptivos. Muy receptivos al mundo.
Hay un dicho oriental para esta sensación:
“como la luz de la luna”.
“como la luz de la luna”.
Lo que significa que aunque normalmente somos conscientes de la luz de la luna, cuando la miramos a bocajarro, también hay otra opción.
En vez de fijar la mente también se puede ser más vaporoso, más perceptivo a ella. Quiero decir, de una forma más contemplativa y relajada. Hay que olvidarse de la propia luna y experimentar con sutileza pero con amplitud, la tenue luz que nos abraza por todos lados, desde arriba, desde el frente, por detrás y por todos lados.
Entonces es cuando no podemos resistirnos a sentirnos sencillamente suspendidos de nuestro ”centro” más íntimo, mientras todo va sucediendo a nuestro alrededor.
Queda dicho que, no necesitamos fijar la mente en las cosas directamente para asegurar y controlar su presencia, basta con experimentar su existencia.
Como tampoco hace falta mirar la luna directamente para ratificar la procedencia de su luz; con percibir y sentir su presencia es suficiente.
Artículo Original de
FELIX BARGADOS
Todos los derechos reservados
CONTINUARÁ
El próximo escrito será más instructivo.
Tratará sobre
“MANOS SENSITIVAS”.
“MANOS SENSITIVAS”.
Y, concretamente versará sobre
LAS “FASES TEMPORALES”
del Tui-shou.
LAS “FASES TEMPORALES”
del Tui-shou.