TAICHI
CON
SENCILLEZ
“Cuando no se entiende un problema se hace un esquema”
Se hace un esquema, con todo lo que hacer un esquema conlleva.
Por esquema, me refiero a las técnicas y las formas.
Las técnicas y las formas, son esquemas de movimiento para dirigir a quien no pueda entender a primera vista la armonía Universal que propone el Tai-chi.
En tal sentido, el Tai-chi-chuan con todo su sinfín de esquemas expresados en posturas, formas y métodos resulta ser como los bikinis, enseña mucho, pero esconde lo esencial.
Y…hay que ser consciente de eso, de lo esencial que esconde.
Afirmamos esto porque, las formas, las coreografías, en definitiva, el esquema que lo explica todo, es el esquema que no explica nada. Y por eso hay que reconocer que, las grandes experiencias, para muchos, están aún por llegar.
Y es que, el Tai-chi está clamando por un nivel de comprensión más profundo.
Que le voy a ilustrar con meridiana claridad, si tiene la santa paciencia que el asunto merece.
En base a lo dicho, todo buscador de la verdad, ha de ser consciente de que el esquema que se enseña en las formas, sólo es el conocimiento, en el sentido de acumulación de datos. Superficial acumulación de datos.
En cambio, la verdadera sabiduría es un descubrimiento que hay que alcanzar, porque la sabiduría es comprensión. La comprensión del misterio que encierra el esquema de una forma coreográfica. Y este, el misterio que subyace, no es como una flor que se pueda arrancar, es como una montaña que hay que escalar. A saber que, los labios de la sabiduría están cerrados, excepto para los oídos del entendimiento. Y por eso, el que no entienda se queda enredado para siempre en formas incomprensibles para él.
En cierta ocasión, un chico pregunta a su esposa:
-Cariño, no llego a comprender porque me tratas como a un cretino.
-Vida, para que tu me puedas comprender…
Chascarrillos al margen, hay que tener cuidado de no quedar enredados en el esquema de conocimiento superficial, el verdadero acto sabio de descubrimiento no consiste en salir de nuestra casa e ir a casas ajenas, sino más bien en ser capaz de ver nuestra propia casa con ojos más sabios. Con ojos que nos permitan descubrir la luz que siempre ha estado aquí, bajo el esquema de una forma, en la oscuridad del desconocimiento.
De modo que, piénselo bien, lo que necesitamos no es sólo luz para conquistar la oscuridad del esquema, sino luz para conquistar también la luz de la sabiduría.
Esa segunda luz se denomina verdad, o el sentido profundo de lo que hacemos. Y la primera a la que me refiero se denomina certeza. Pero debo advertirle que existen en cada uno de nosotros varios tipos de certezas:
Por un lado existen las certezas conocidas, que son las cosas que sabemos que sabemos.
Existen incertidumbres conocidas, que son las que sabemos que no sabemos.
También existen las incertidumbres desconocidas, que son las cosas que no sabemos, las que desconocemos.
Pero parece fuera de toda discusión que lo que nos impide el avance en el arte marcial son las certezas desconocidas, que son
¡las cosas que creemos saber pero no sabemos!
O sea que, creemos que por saber unos movimientos, ya sabemos lo que hay que saber. Por eso solemos caer en el error de pensar que la superficie del asunto, ya es la profundidad. Y al final se termina por venerar la superficialidad como si fuese la profundidad.
A partir de esta constatación y al rescate de esas certezas desconocidas sobre lo que deben ser las formas del Tai-chi, de las que pretendo hablar con claridad meridiana, le voy a facilitar buena luz para alumbrar certezas cristalinas.
Pero esto es sólo una parte de las buenas noticias, porque además le abriré una ventana mágica, para alcanzar la tan sutil como poderosa “luz” de la verdad en su interior, a partir de ¡¡¡YA !!!
EL COMIENZO
¡¡¡ATENCION!!!
Vamos a conocer como se fragua el inicio de cualquier arte marcial.
Lo que se vierte a continuación es la génesis de una FORMA, de un ESTILO MARCIAL como lo es el TAI-CHI-CHUAN.
Imaginemos un maestro cocinero chino, en un mundo donde nadie sabe cocinar. El viejo cocinero chino intenta enseñar a cocinar usando para ello la vía más directa y audaz: la imitación.
Pero pasado un tiempo, en un escenario marcado por el fracaso, los alumnos cocineros se desesperan por sus propias carencias. Su falta de fuerza hace peligrar la integridad personal al elevar una cacerola cargada de agua hirviendo, su falta de coordinación aboca al desastre cada vez que se intenta dar vuelta y vuelta a la tortilla en la sartén, y la falta de precisión que también brilla por su ausencia, hace peligrar los dedos al cortar el pepino en rebanadas.
De resultas, comoquiera que los cocineros chinos tienen soluciones para todo, y encima este del que hablamos, es de gran fama mundial por su capacidad de adaptación y sus dotes pedagógicas, opta por el método del camino ancho y seguro pero más largo. El de enseñar el “patrón cinético” en base a las leyes de “pregnancia y simplicidad”, que dicen así:
Tendemos a comprender mejor las cosas cuando se enseñan en base a esquemas geométricos de sencillez perceptual máxima, creados en provecho de que sean percibidos con la mayor definición posible.
El viejo cocinero chino diseña entonces un Tai-chi-chuan de cocina, el de aprender patrones previos de cocina. Mostrando las posturas culmen del movimiento, como fases ostensivas, por las que se discurre cuando se mueve uno en la cocina e intenta trasmitir la energía que debe llevar cada movimiento de elevar un peso, voltear y cortar.
POSTURA DE UNA FORMA
El maestro de cocina, diseña la “forma” de poner las manos al frente en un gesto de “abrazar el árbol” como si se elevara algo con asas, denominando a este gesto “postura de la forma”. No hay necesidad de apresurarse, todo el cuerpo se moviliza en relación a ese hermoso motivo circular. El bello gesto es un motivo para centrar la mente en el centro de gravedad y volver liviana la parte superior del cuerpo, eliminando tensiones innecesarias.
CHI-KUNG O ENERGÍA DE LA FORMA
Después, explica de viva voz a poner la energía justa para elevar el peso de 5 litros de agua hirviendo y denomina a esta energía “chi-kung”. Aunque la olla se levanta en un espacio limitado, la energía debería ir hasta el infinito y describir una curva de regreso. A continuación, sintiendo el flujo de movimiento y la conexión de uno a otro, se empuja al aire con energía como si colocara la olla en el fogón y lo denomina otra “postura de la forma”, con el Chi-kung asociado a tal postura.
TRANSICION DE UNA POSTURA A OTRA
Ahora toca desplazar un pie y realiza el gesto de coger algo con una mano, denominando a este desplazamiento “transición de la forma” para hacer ver que no está realizando un gesto trascendental en la cocina, sino sólo discurriendo de una estación a otra. De la estación de la olla a la estación de la sartén, y a continuación, sin pausas para no romper el estado de sutileza contemplativa, con un movimiento lento, para sentir la presión justa, balancea el brazo.
OTRA POSTURA Y SU CHI-KUNG
El gesto de vuelta y vuelta a una tortilla debe ser hecho con otra energía diferente a la de elevar 5 litros de agua hirviendo. Ahora es una tortilla y tiene que hacerla flotar en el aire por un momento para darle la vuelta.
Justo cuando el brazo está en su posición más alta lo denomina “otra postura de la forma” y a la energía diferente a la usada en la estación de la olla precedente lo denomina “otro chi-kung”. Y además la velocidad para desarrollar este flujo de movimiento suave y circular no será la real, porque la velocidad de voltear la tortilla sería demasiado brusca para sentir.
La sartén se debería sostener de manera flexible y dócil para sentirla como una extensión del brazo. La práctica con la sartén se basa en el mismo principio que con el abanico en Tai-chi-chuan. En otro momento se practicará una forma con la sartén en las manos, al igual que se hace una con abanico en las manos. Pero ahora, el maestro la enseña a mano vacío, imaginando la sartén e incidiendo en el aspecto de que hay que sentirse pleno en vez de sentirse observado. Cuando uno se siente pleno, disfruta con las sensaciones interiores, sin embargo al sentirse observado, uno se desvía al aspecto decorativo, para deslumbrar al personal, con el simple hecho de voltear la tortilla.
TRANSICION DE POSTURA A POSTURA
Por último, y no porque no haya más habilidades para la cocina, sino porque los aprendices de cocineros no tienen más capacidad que para tres estaciones; les enseña a disfrutar del goce estético, envolviendo el aire con los dedos mientras gira el cuerpo a un lateral. Es el gesto insinuado de coger bellamente un cuchillo. Una “transición” más que demuestra el paso despreocupado de un lugar a otro en la cocina.
OTRA POSTURA Y SU CHI-KUNG
Una vez hecho el gesto de envolver, enseña otro que se basa en deslizar el canto en vertical de la mano de adelante a atrás con sensación agradable de energía punzante. Es el gesto de cortar pepino. Es una “postura” más de la forma que está diseñando. Y la energía correspondiente se puede enseñar repitiendo rutinariamente el gesto de cortar con el canto de la mano adelante y atrás varias veces seguidas hasta entender la energía justa y precisa de cortar. Es un nuevo “chi-kung”. En el hay que seguir centrado y relajado. La belleza del movimiento de un perfecto cocinero no deja lugar a que ningún desorden de movimiento interfiera en el continuo trazado del flujo de energía continua, y eso exige control de la respiración.
Sentado todo lo anterior, sólo queda practicar y practicar :
Por un lado las repeticiones rutinarias de cada “chi-kung”, por separado, para entender la energía creciente de elevar 5 litros , la energía seca de voltear la tortilla, la energía punzante de cortar el pepino.
¡¡¡HA NACIDO EL CHI-KUNG!!!
Por otro lado, y como la historia del aprendizaje humano es la automatización de los procesos, resta decir que se debe realizar rutinariamente toda la secuencia de ESTACIONES denominadas “posturas” y de MOVIMIENTOS DE PASO denominados “transiciones”, varias veces, con la lentitud justa que me permita sentir la perfección del gesto, y con la energía asociada del “chi-kung”. Puesto que sin esta energía, la forma sería anodina y sin valor.
Sin esta energía el aprendiz de cocina aprenderá los gestos pero cuando intente coger la olla se le irá de las manos por un peso que no ha calculado.
La tortilla no será volteada porque le falta el impulso y el pepino no será cortado porque faltará la fuerza de corte.
Pero con la energía se acercará a la realidad. Jamás con la configuración externa, que por otro lado, nunca lo que menos importa debe supeditarse a lo que más importa. Con esto quiero decir que no es lo mismo acariciar el aire con gestos que imaginar que los gestos mueven algo, tienen algo dentro, están rellenos de intención.
¡¡¡HA NACIDO LA FORMA !!!
Bienvenido al maravilloso mundo de las formas del Tai-chi.
Llegados a este punto, el cocinero chino, siendo consciente de que la sabiduría conlleva la liberación de la automatización de los procesos, sólo le faltará enseñarles a que liberen los gestos. Quiero decir con esto que, la cacerola puede no estar de frente, sino a la derecha y tendré que girarme para cogerla. La cazuela puede que sea muy grande y pesada y tendré que usar las dos manos en vez de una, y en vez de cortar un pepino en rodajas puede que necesite cortar una cebolla en cuadraditos, con lo que tendré que dar cortes horizontales y verticales. Pero además, la segunda vez que lo realice todo cambiará de nuevo. La olla cambiará de ubicación y de tamaño, la cacerola también, y lo que necesite cortar y el propio cuchillo también cambian, así como la ubicación de todos los elementos. Y todo ello en espontaneidad creativa sobre unas bases más o menos prefijadas. Y una cosa más, nos moveremos a la velocidad real con la que se mueve uno cuando está en la cocina. Pero sólo habrá cacerola, cazuela y cuchillo. No gato hidráulico, llave de cruceta o lo que me venga en gana y usado de cualquier forma. No vale todo, vale sólo lo que se ajuste a la situación, cocina, no taller; y lo que esté bien usado, no usado de cualquier manera.
¡¡¡HA NACIDO LA FORMA FANTASMA !!!
También denominada rápida.
Ahora llega el momento en que se está a punto de “descubrir todo el pastel”.
Todo maestro sabe que, lo que se puede enseñar (en esquemas) no merece la pena ser enseñado. Así que, si llegados a este punto no concluimos en algo productivo, las formas serán como el árbol que impide ver el bosque. Faltará la experiencia real. Debo enfrentarme a la realidad.
La realidad del asunto es que, no basta con elevar una cacerola, dar la vuelta a una tortilla y cortar un pepino o una cebolla.
Hay que hacer la sopa, hacer la tortilla y la ensalada de pepino.
Hasta ahora me han enseñado a manejar útiles de cocina imaginarios. Es de momento, un Tai-chi-chuan “raposo”. El Tai-chi-chuan “raposo” te enseña ilusiones en vez de realidades, cosas que no sirven más que como finalidad en si mismas. Y las personas que intentan aprender Tai-chi-chuan sólo así, al final, si aprenden algo, lo hacen como el comensal al que le pregunta el camarero:
-¿Cómo ha encontrado usted la chuleta?
- Pues de pura casualidad, debajo de unas patatas.
Porque una vez sentado el aprendizaje superficial, ahora tiene que enfrentar la labor de aprender a cocinar. Y para eso tendrá calcular la temperatura de las cosas, los tiempos de cocción y tendrá que “invertir en perdidas” rompiendo algún que otro huevo, pero será entretenido jugar a cocinar y estar en la realidad cocinando. Y al final verá la sopa, la tortilla y la ensalada, y podrá degustar la comida con fruición.
¡¡¡HA NACIDO EL EMPUJE DE MANOS!!!
El Tui-shou.
Llegados a este punto y a la luz de este discurso, debemos aclarar que, las formas no se confeccionaron como un ceremonial gestual vacío ni como un carnaval visual, sino como gestos prácticos efectivos, sobre los que se necesita saber qué estamos haciendo. Elevar una olla, sacudir una sartén o cortar un pepino. Y cuando alguien aprende una verdad (el esquema) sin haberla experimentado en sus carnes, o sea, sin saber que eleva una olla, agita una sartén o corta un pepino, y lo que es peor, sin saber cocinar, ni que eso es para cocinar; y repite esa verdad (el esquema), la transforma en una mentira. En el caso figurativo que planteamos, no sabrá cocinar, en el caso del Tai-chi-chuan no sabrá armonizar. Y en el caso de una manzana caída del árbol, dirá a las de arriba: ¡Inmaduras, que sois unas inmaduras!
Pero al igual que sólo cuando baja la marea se sabe quien se bañaba desnudo; del mismo modo, sólo cuando intente armonizar con otro en “empuje de manos sensitivas” se sabrá quien no comprendió nada.
Así que al final, o al principio, hay que dejar la trivialidad tan pedestre de nadar en seco.
La consecuencia última, es que hay playas acribilladas de hombres nadando en seco, y de instructores dando la espalda al agua, e incluso enseñando extraviadas contradicciones con la realidad y que se quedan más frescos que una lechuga.
Es sorprendente, pero…nunca se puede subestimar el poder de la estupidez.
Y no lo hacemos. Ya no…
Y es que la razón es fácil de comprender: El hombre ante una empresa que le sobrepasa es como el chico con el corazón roto, que hace un casamiento de conveniencia porque no puede hacer uno feliz.
Para decirlo de otro modo, que se contenta con movimientos de formas y movimientos de Chi-kung porque no llega a comprender cual es el origen de esos movimientos. Cual es la situación de Tui-shou en la que nacieron. Cual es la energía que necesita para mover al oponente. Como es la neutralización y como se armoniza con el oponente.
Porque aunque para muchos es más seguro estar encadenado a la arena que ser libre de nadar. Y lo suyo es saber nadar, no nadar en seco. Y para ello será necesario zambullirse en las olas que asustan a los hombres hacia las insondables profundidades, y sumergir la mano entre las hierbas acuáticas en busca del pez excepcional que queríamos en un principio. Y hay un pez esperando para cada hombre que esta rebozándose en la arena y nadando en seco.
Para que todo lo antedicho se comprenda mejor, pondremos un ejemplo figurativo:
Si está bajo una gran tormenta, la mente puede capturar por los sentidos un rayo, captar su imagen y guardarla en la mente. Alegóricamente, la tormenta corresponde al Tui-shou, a la realidad; y un sólo rayo, sería un método pautado para aprender. Pero cuando la tormenta haya pasado, su mente puede recordar la tormenta y el rayo. Eso corresponde a la forma fantasma.
Por último, si quiere trasmitir a alguien lo que piensa, puede dibujar por medio de una línea quebrada el símbolo que corresponde al rayo, incluso puede pensar en el símbolo. Eso corresponde a una forma normal de Tai-chi-chuan, la forma que todo el mundo conoce.
Y su explicación por medio de otro simbolismo como lo son las palabras o su escritura, corresponde a la aplicación de la forma. Y es así como muchos se han estrujado las meninges para crear formas en esquemas inmutables. Mientras que, refiriéndonos de nuevo a la tormenta, la imagen mental o la verdadera tormenta es lo que hay que comprender, es lo que hay que interpretar.
En base a todo esto, nos resulta sencillo añadir que la extravagancia reside en que la mayoría de la gente conoce el “esquema” de por ejemplo simular voltear la tortilla siempre igual, pero ignora totalmente el “no esquema” de voltear la tortilla adaptándose al cambio de la misma en cada instante. Es como el que se fija en algo pero no lo comprende.
Una señora entra en la tienda a comprar un loro, y el dependiente le responde:
-Lo siento señora, ya no nos quedan, pero tenemos un buho buenísimo.
-Y ¿habla?
-No pero fijarse se fija mucho.
Y fijarse para copiar no sirve.
Hay que entender el significado profundo.
No-esquema no significa ausencia total de esquema.
El “no-esquema” consiste en comprender la verdadera aplicación del “esquema”.
El “esquema” es fácil de comprender pero es imposible de aplicar porque siendo tan perfecto como inmutable, no se adapta a los cambios y tiende a escayolar las mentalidades.
El “no-esquema” es difícil de comprender pero facilísimo de aplicar. No-esquema es permitir que el sutil ablandamiento corporal entre en contacto con una intención sutil que se moviliza desde el centro silencioso, desde la quietud, fluya como el agua fresca y cristalina de un manantial, bellamente y con la idea de que cada postura fluye con una nueva interpretación, dependiendo del momento particular. Cada momento es diferente, porque este es flexible. Aunque claro está, la verdad que subyace en el fondo siempre permanece ahí, totalmente silenciosa.
Esa es la razón del desconocimiento de cómo funciona un arte marcial de este tipo. El problema es que cuando la luz de la verdad, de quién practica formas del Tai-chi, se vuelve sombría y nublada por la negligencia, y no comprende el Tui-shou ni el significado de los movimientos de la forma que practica, que en este caso figurativo sería elevar la olla, dar la vuelta a la tortilla y cortar pepino; es como quién recita un poema de memoria, en otro idioma sólo por jactarse de exótico y por hacerse el interesante, pero sin comprender el significado de las palabras. Para esa persona que se esfuerza en aprender de carretilla lo que no sirve, salmodiando como comparsa ese poema, sólo será una extraña lengua babélica y misteriosa, en un poema uni-permanente, repetido siempre igual y que no comprende. A lo sumo, se puede presentir un plan predeterminado en la forma, se puede sospechar secretamente que posee un mensaje sagrado, cambiante como la vida misma y con algo inmutable en el centro. Una magia misteriosa que subyace en un paraíso interno, protegido por la neblina de cada amanecer de un nuevo día, por la oscuridad de la noche y por la ceguera de no querer ver las dificultades y la carencia
de alas para superarlas.
Artículo Original de Félix Bargados
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