Exhibicción del gimnasio artsport San Pedro 2015.


Exhibición del gimnasio 

Artsport Felix-Shotokan 

San Pedro 2015






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tai-jitsu

KAIZEN (2) En los contratiempos.

SABIDURÍA DEL KARATE-DO
Por: Félix Bargados

Félix Bargados.

KAIZEN(2)
EN LOS CONTRATIEMPOS

“Un viaje de mil km. comienza con un solo paso”

Y ese paso se encuentra siempre bajo nuestros pies.
En la facilidad de un avance mínimo pero constante.
Hay que dar pasos muy, muy pequeños.
Pasos que sean sostenibles y adaptables a las contingencias de la vida.
Siempre pasos en la dirección elegida, hacia el foco que nos hemos propuesto.
Eso es lo que nos sugiere de manera inequívoca el KAIZEN.
Pero como la naturaleza del mundo es el cambio, los vientos no siempre soplan hacía el mismo lado y no todo es un camino de rosas.
Todos, tarde o temprano experimentamos negruras y adversidades en nuestro arte marcial y en la vida, pero no todos naufragamos en ellas.
Chico brazo roto.
¿Acaso nunca ha sufrido un tirón, se ha esguinzado un dedo o ha visto mermadas temporalmente sus capacidades físicas?
En ese caso, siempre se tendrán razones para zozobrar aunque estas no sean razonables.
Mientras que, el artista marcial instruido en el DO del KARATE-DO, sabe que en la batalla de la vida hay demonios siempre al acecho, y que toda batalla tiene su hora definitiva. Por eso, lejos de hundirse ante tales retos, ve una oportunidad en cada adversidad, porque estas adversidades, son en realidad oportunidades decisivas. De hecho, casi podría decirse que los accidentes no existen en el sentido ordinario, porque cada suceso tiene algo que enseñarnos. Y, como suele decirse “no hay mal que por bien no venga”.
Confío y espero que estarán convencidos como yo lo estoy de que, vivir aislado de estas oportunidades decisivas es vivir sin oportunidades decisivas para el crecimiento espiritual en el arte y en la vida, y nos puede hacer resbalar por el desagüe de las expectativas frustradas. Pongamos un prosaico ejemplo entre los muchos que pueden darse en la vida cotidiana:

La espera.
Cuando  esperamos por alguien, y esta persona que esperamos llega tarde, contradice nuestras expectativas y sentimos malestar.
Mientras que, sin expectativas, simplemente estaremos contentos cuando la otra persona llegue. Pero cuidado, reducir nuestras expectativas no significa renunciar a nuestras intenciones. Significa más bien no dar nada por sentado.
Cuando a un músico se le rompe  la tecla de su piano, a veces debe experimentar por vía de hecho, cuanta música debe hacer con las que le quedan.


Tecla de piano rota.

Pues bien como ejercicio a realizar ahora mismo, definamos una expectativa-deseo que en este mismo momento estemos fraguando, y a continuación seamos conscientes del malestar al que nos estamos dirigiendo con esa expectativa-deseo.

Desapegarse de esa expectativa-deseo nos hará ser más felices.
Del apego surge el pesar.
Y no se trata de indiferencia.
Se trata del KAIZEN pero en desapego.
La indiferencia es extremista.
El KAIZEN pero en desapego es un punto medio, es el equilibrio.
Moverse en el equilibrio es lo que significa moverse en el vacío del DO (TAO) que como uno de sus aspectos más llamativos, proponen  los artes marciales.
La indiferencia sólo es buena cuando queremos evitar algo.
En lo que queremos se debe actuar con KAIZEN en desapego.
Y así se saca partido de los inconvenientes, adaptándose.
Haciendo música con las teclas que quedan.

Así el KAIZEN, avanzar a pasitos hacia lo que nos hemos enfocado, sigue pero en desapego.


Avanzar a pasitos.

Equilibrando la vida feliz.
Disfrutar del piano con todas las teclas pero sin aferrarse a todas.
Querer una cosa perfecta no es amar la cosa.
A un hijo no se le quiere por ser perfecto, se le quiere también imperfecto.
Amar un arte, no es amarlo si sólo puedo practicar al cien por cien de mi perfección.
El que tiene una querencia especial por un arte, la tiene por igual practicando al cincuenta por ciento.
O al diez por ciento.
O al cinco.

Bien sentado lo anterior, conviene no olvidarse de que el ser humano está definido como un ser racional simplemente porque ningún otro animal puede hacerlo. Pero todos sabemos que la fuerza que nos anima no es tan racional sino más bien emocional.
Las emociones nos impulsan hacia lo que queremos y nos alejan de lo que repudiamos.
No olvidemos al respecto que, es normal caerse en el pozo de las emociones de malestar cuando las cosas se tuercen. Es lo que se llama un momento de flaqueza. Pero
¿Qué hacer cuando la emoción de desánimo me invade?
Muy sencillo…ADAPTAR Y AYUDAR.
Empecemos por ADAPTAR ¿Cómo adaptar?

Planta que crece.
Pues nada más fácil, en lugar de flaquear ante el contratiempo, seguir como una planta crece cuando encuentra un obstáculo, ampliando la esfera del mundo de las posibilidades, usando lo mejor de nosotros mismos y siendo el ejemplo que queramos ver en los demás.
En tal sentido, sería admirable ver como un músico durante un concierto, sigue tocando el piano con una tecla de menos.
O sin varías de de menos.
¡Que gran fuente de fuerza inspiradora! Sería el músico más ovacionado del concierto, y con el que más me gustaría estar para impregnarme de su voluntad inquebrantable.
Pero claro, a todos nos gusta hacer el caldo gordo a nuestro ego y  tocar perfecto, sin tener en cuenta que la vida no nos garantiza el toque perfecto.
Del mismo modo sería también admirable como un karateka con la rodilla lesionada, dirige el timón de su vida, ingeniándoselas para mantenerse en activo con lo que pueda, para progresar por otros medios o para usar ese inconveniente para probar un nuevo método para progresar que nunca antes hubiese utilizado. En la adversidad conviene tomar métodos atrevidos y así es como sale a la luz nuestra excelencia. Y no hablo de la incongruencia de hacer cosas nuevas, lo que carece absolutamente de sentido para un artista marcial comprometido con su arte, sino de proseguir nuestro camino marcial. Es decir, no con otras aficiones como el que preguntaba al doctor:


Paciente y doctor.
-Doctor, después de la operación podré tocar el piano.
-Si claro, perfectamente.
-¡¡¡Que bien!!! Porque antes no sabía.

Hay innumerables métodos que yo mismo he utilizado para seguir entrenando cuando el cuerpo no está al cien por cien. No voy a contar aquí lo que todos sabemos, y con más razón, un artista marcial.
A la luz de lo dicho, se me antoja sencillo afirmar que  nuestro mayor desafío en la vida es saber contentarnos con adaptaciones alternativas.
La vida es una oportunidad de experimentar, y ese experimento sólo depende de nosotros en un cincuenta por ciento.
La vida elije las circunstancias y nosotros elegimos como interpretarlas.
Todo camino espiritual está plagado de oportunidades favorables que nos animan, y de acontecimientos desfavorables que sirven de lección espiritual. El caso está en usar la inteligencia para no ser orgulloso en las favorables y ciego en las desfavorables. Porque eso anularía todo aprendizaje verdadero.

Por otro lado está la solución de AYUDAR.
Prestar nuestras manos a la desdicha propia y ajena, al recurrir al frecuente resquemor del victimismo propio de: “no puedo, porque mira que lesión”… contamina el ambiente circundante. Por el contrario, se debe usar audazmente el ¡¡¡OOSSSS!!!  tan frecuente entre los karatekas, nunca pronunciado a la ligera, sino que parte de lo más profundo del ser con respiración abdominal profunda. Esta onomatopeya es una contracción de OSAYU GOZAIMASA, cuyo significado se puede asemejar a “afrontar con coraje” , “espíritu de acción imperturbable”, nos lleva a transformar el inconveniente en algo edificante como puede ser influir en los demás con un espíritu imperturbable en toda su brillantez, les hace plantar la semilla de la verdadera resilencia que se encuentra dentro de todo ser humano, y aporta una brisa de fresco animo a los que están bien, aunque también es muy significativo que el emisor de los ánimos se verá recompensado con la misma cortesía, por la energía que irradia de tan bello gesto. De este modo el receptor, reconociendo la ganancia del emisor, podría incluso pensar para sus adentros: "el placer ha sido todo tuyo". Y así es... pero no me pregunte porqué. Experiméntelo y lo sabrá.
¿Le parece raro? Pues así es, el que está peor debe dar ánimos al que está mejor para, por actitud, ponerse también bien (el que está peor).
Esta inmutabilidad del espíritu es lo que experimentaremos al descubrir lo inmutable en el cambio. A esto se le denomina con toda propiedad, “encontrar la quietud en el movimiento”.
Y es que, el valor de las personas se encuentra en la adversidad.
La adversidad es la oportunidad decisiva de crecer y de sacar el máximo partido de nosotros mismos. Y, si eso también sirve para beneficiar a los demás transformando un problema nuestro en algo valeroso, no hay ninguna maravilla humana más noble y generosa.

Saquemos partido de estar inactivos-temporales. Cuando un niño rompe el brazo con el que juega, juega con el otro, y si rompe los dos, juega con las piernas. Pero si rompe las cuatro extremidades, juega a mirar a sus amigos como juegan y aprende, en la típica experiencia vicaria, a ver lo que el mismo hacía cuando estaba bien, pero ahora con una perspectiva mucho más amplia y enriquecida. Algo que nunca hubiese hecho en la “zona de confort”, o sea, En estado perfecto. Saquemos partido de la situación. Comentan los expertos en el tema que,  si se dice “sí” al nuevo desafío, nuestro cerebro “neuroplástico” adapta nuevas conexiones neuronales y se ampliará nuestro mundo interno. Estrujemos por tanto, nuestras neuronas para saber elegir el cristal con que mirar la nueva situación y seguir avanzando en KAIZEN pero adaptarnos a los cambios que  parecen negativos pero que no lo son. No hay cambios negativos, hay lecciones positivas.
Lección positiva.
Artículo Original de Félix Bargados
Todos los derechos reservados.


ELOGIO DE LO FACIL.(secretos del Tai-Chi).

 SECRETOS DEL TAI-CHI
ELOGIO DE LO FÁCIL
Félix Bargados
 Autor: Félix Bargados

“Lo fácil y ordinario, es lo apropiado y extraordinario”

Dando cuenta de que es preferible estar a salvo gracias al conocimiento de verdades ofensivas, que estar en peligro por creer falsedades inofensivas, permítame subrayar lo siguiente:
 “Si no fuésemos tan difíciles, lo fácil sería lo cotidiano en las personas”.
Esto no es así porque el ser humano se muestra reacio a lo fácil.
De hecho, el motor de nuestra mente egotista funciona con el combustible de lo difícil, así la máscara artificial del ego que todos llevamos dentro, se consolida.
Dice el psicoanalista al paciente aquejado de trastorno de distorsiones reforzadores de la autoestima por el ego:
Psicoanalista.
Empecemos, cuéntemelo todo desde el principio.
Al principio yo cree el cielo y la tierra…
Dicho lo anterior, se me antoja sencillo confiarle el secreto que me ha traído aquí:
Desde que el mundo es mundo, todo el mundo pensamos erróneamente que cuanto mayor es la dificultad, mayor es la gloria. O sea, que lo difícil es lo conveniente, aunque en verdad, esa medida incorrecta es antinatural. Lo natural es lo fácil y cuando algo no me es fácil es que no es natural.
Lo fácil es lo apropiado.
Camarero…donde esta el cabinet de toilette de hidroservicios para necesidades fisiológicas íntimas?
-¿Qué? ¡Ah! el baño ¿Por qué se expresa de una manera tan dificultosa?
-Bueno, mire usted mismo el menú: “Tacitos verdes de tian de zucchine con clines de spinacea oleracea verde.
Ustedes han sido los primeros en dificultar lo fácil.

Valgan como ejemplo los siguientes entre los muchos:
Existen actividades metódicas, donde que si alguien intenta enseñar matemáticas a otra persona desde las raíces cuadradas, sin tener en cuenta de que esa persona sólo sabe sumar, las matemáticas no sólo resultarán difíciles sino odiosas. Hay que partir desde la suma, comenzando a restar, después multiplicar y así sucesivamente.
Operaciones matemáticas.
Existe otro mosaico de actividades totalmente adaptativas, como podría ser el aprender a caminar. Estas se aprenden continuamente adaptando el esfuerzo a las capacidades de uno mismo
Pero el caso es que hay actividades en la vida que gozan de ambas características, como es el caso de las artes marciales, donde muchas personas participan de una misma actividad, y esa actividad tiene doble graduación de dificultad.
 La del programa y la personal.
Durante el proceso de enseñanza de este tipo de actividades, el profesor usa el método progresivo y escalonado propio de un programa bien organizado. Es decir, los cintas amarillas hacen tal cosa, los naranjas otra, etc... pero en cuanto a la adaptación fina, esta debe ser realizada por alumno en cada instante.
Veamos el sentido de lo dicho extrapolado a la práctica cotidiana del TAI-CHI-CHUAN :
Cuando un profesor de TAI-CHI-CHUAN propone alguna propuesta a practicar, ha de saber que, casi siempre la demostración y explicación se hace desde la típica posición de “café para todos”. Es decir, la misma explicación y la misma exigencia para todos, sin tener en cuenta las particularidades de cada uno. Porque sino no sería una clase colectiva, sino una clase particular.
Profesor de Tai-Chi
Téngase presente, por tanto, que hemos de ser conscientes de que tal propuesta mostrada por el profesor para ser reproducida con éxito por los alumnos, tiene grados de dificultad intrínseca y necesidad de dosificación y adaptación personal instantánea.
Por tanto, si a alguien le parece difícil alguna cosa, es porque se ha situado en la conducta de “el mono ve, el mono hace”, sin adaptarse a lo propuesto, y por tanto, el reto que se ha impuesto PARA EL a raíz de sus explicaciones PARA TODOS es inadecuado, por eso le parece difícil.
Tan inadecuado como lo que en humor serio, dijo un “seleccionador de habilidades” a un elefante, una jirafa, una cacatúa, un aligator, un avestruz, un mono, un pez dentro de una pecera…y a todo el bestiario en pleno: 
Bestiario
Para que la selección sea justa, intentaréis ganar a los demás, subiendo todos a ese árbol con la mayor velocidad posible.

Y es que, por otro lado y en el fondo, no es sólo que uno quiera competir a no ser menos que los demás, que también es así.
Y tampoco sólo es que uno mismo no tenga la inconsciencia de pensar que la explicación y todo lo que se propone es sólo para él, que también lo es.

La realidad del asunto es que a veces, nuestros abismos interiores trabajan contra nosotros mismos. Y por eso pensamos que por el simple hecho de que una cosa sea difícil incrementa su valor. Esto es porque las personas aspiramos a la falacia de la coherencia, y armados con la coherencia nos parecen más creíbles las cosas. Que la dificultad sea el valor de la cosa parece coherente, porque a primera vista, una cosa fácil no puede ser valiosa, y por tanto cuando siento que es difícil debe ser la verdad del asunto.
Pero esa es la realidad cabeza abajo.

Veamos un ejemplo figurativo:
El profesor explica detalles de cómo impulsar con los tobillos para saltar un obstáculo. Y para demostrar su salto, coloca una cuerda a un metro de altura y la salta. Pongamos que yo sólo salto 50cm. Y que no diferencio el “fondo del tema” de la “explicación de dicho tema”, o sea, “la técnica del impulso de tobillos” de los “parámetros de la explicación”. Tales parámetros se refieren a “el menos o más altura del salto”.
Entonces, coloco negligentemente la cuerda a un metro, e inmediatamente, al no poder saltar esa altura en concreto, opino que es difícil.
¿Acaso no debería practicar la técnica de impulso de tobillos, que es lo que verdaderamente hay que practicar, colocando la cuerda a  50 cm?
De este modo mi técnica de impulso de tobillos será la correcta.
Y la capacidad que me he impuesto también.
Del mismo modo, cuando una postura es muy baja, una patada muy alta, o una técnica muy enrollada en movimientos ¿no debería simplificar la altura y la cantidad de movimientos para adaptarla a mis cualidades?
¿O debería fracasar una y otra vez para acabar diciendo que es muy difícil?
De la misma manera, cuando el profesor explica varios detalles sobre una postura, y yo sólo tengo capacidad para corregir un detalle, al hacerlos todos me será materialmente imposible.
¿No debería adaptar el esfuerzo a mi capacidad y seleccionar un detalle, en vez de querer hacer todo lo que el profesor explica con vistas a nutrir las capacidades de otros más avanzados?
Pero no.
Todos jugamos el juego secreto de ser competitivos.
Queremos proteger y reforzar un ego que por cierto, habría que liberar.
Así es como uno intenta hacer lo que no puede, y entonces el “¡es dificil!” Abre la boca.
Me he pasado años escuchando esa expresión a personas que no entienden lo que adaptarse. Y con razón no lo entienden. Nadie les ha explicado tal cosa.

Lo correcto ante un sistema que es natural y está ahí neutral para que yo aprenda lo que pueda, sería decir:  Mis capacidades son limitadas. Debo bajar el listón.
Pero eso no nos gusta. Todo menos decir que mis capacidades son limitadas.
Mejor que decir que algo que está ahí para que yo avance hasta donde pueda, es decir, es difícil.
Es como decir que el mundo es difícil.
Yo no.
El mundo.
Pero ya sabemos que, es más fácil decir que nos empujaron, que decir que tropecé.

La piedra angular del TAO del Tai-chi, es ser flexible como el junco, hacer lo que puede, no lo que no puede para después quejarse del entorno difícil.
Junco
Sabe que lo natural es lo adecuado.
Sabe que debe adaptar espontáneamente la tarea a su capacidad, como la mano se adapta al guante.
Sabe que al igual que un viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso, todas las cosas tienen un punto a partir del cual son fáciles.
Y sabe que lo fácil es lo correcto.
Pero que lo fácil parezca ordinario, no debe desviarnos de la realidad del reconocer que lo ordinario es algo extraordinario. Porque es extraordinario saber adaptarse.
Ser ordinario exige adaptarse, y adaptarse es algo extraordinario, así que lo ordinario es extraordinario.
Mientras que querer hacer algo extraordinario que no se adapta a mí, es ordinario por antonomasia.
Sólo lo ordinario es extraordinario y lo fácil lo correcto.
Empezar las cosas en adaptación correcta, y entonces será fácil.
Adapta la dificultad sobre la marcha, y entonces será fácil.
Olvídate de la meta lejana, pon la meta en cada instante que se adapta a ti, y entonces todo será fácil.
El modo conveniente de permanecer en lo fácil es adaptar todo a uno mismo.
Cuando algo se vuelve difícil es que me he salido de lo conveniente.

Ha llegado el momento de ir mucho más allá…
¡¡¡ATENCION!!!
Cuando salta la alarma y siente alguna tensión interna en el cuerpo es síntoma de que estamos haciendo algo inconveniente. O sea difícil.
Por tanto, podemos afirmar que, la tensión no es algo indeseable. Para nada.
La tensión es el sensor de que algo estoy haciendo inconveniente, porque estoy haciendo algo con dificultad.
Pero no se debe confundir fácil con sencillo.
Saltar en paracaídas desde un avión, puede que sea sencillo, pero no fácil.
Quizá haya que empezar saltando desde alturas menos exigentes para nuestro sistema inconsciente de supervivencia.
Así que, cuando una cosa nos parezca fácil, pero aún así saltan las alarmas internas, es porque estamos confundiendo fácil con sencillo.
Las cosas no tienen porque ser sencillas, tienen que ser fáciles.
Lo fácil siempre es lo conveniente.
De hecho, lo alto se construye desde lo bajo.
Pies
Un viaje de mil kilómetros empieza bajo mis pies.
Con un solo paso.
Un solo pasito por vez y llegaré muy lejos.
Aunque mi compañero avance a saltos de canguro, allá él.
Mis pasitos son cortos, pero implacables.
Un viaje de mil kilómetros se hace paso a paso.Lo fácil es lo correcto.
Ahora que tiene esta inspiradora información de primera calidad, ya tiene el poder en sus manos. Entonces no haga como aquel que decía: Ya tengo el poder, pero ahora no me acuerdo para que lo quería
Pues para que va a ser, el mayor de los esplendores es alegrarse con cada cosa fácil que encontremos para vivir en paz, armonía y relajación.

Después…yendo todavía más allá, la forma correcta de seguir avanzando hacia la “vida fácil”, es incluso olvidarse de lo que es correcto o no.
Incluso hay que olvidarse de lo que es fácil y lo que no.
Hay que relajarse hasta ser como las flores que crecen sin preguntarse si es fácil o no crecer, como las mariposas que vuelan sin preguntarse si es fácil o no volar.
Siendo sencillamente natural.
Tan relajado que incluso uno mismo se olvida de lo que es conveniente y de lo que es fácil.
Flores que crecen
                        Artículo Original de Félix Bargados
                              Todos los derechos reservados.



PISA EL FRENO, VIVE MEJOR ( secretos del Tai-Chi).

SECRETOS DEL TAI-CHI
 Pisa el freno 
VIVE MEJOR

Félix Bargados.
Autor: Félix Bargados.


“Si acelero tras el tiempo este se me escapa de entre las manos”

A menudo se olvida que, el tiempo parece discurrir más rápido cuando más nos apresuramos.
Como ya sabrá, y sino se lo digo yo, la precipitación nunca fue avisada consejera. Y ahora, lo suyo es reconocer que, la vida actual, que se mueve por cauces presurosos no es vivir, sino sobrevivir.

Por el contrario, la vida buena...y no me refiero con esto a la buena vida, sino a la vida buena. O sea la calidad de vida, no quiere prisa.
Porque “la vida es calma. Y lo cierto es que, si no se siente la calma, no se siente la vida”.

No me ha sido difícil ser consciente de que, todos los que en algún momento nos hemos dejado arrastrar por el circular turbulento de los acontecimientos huracanados, y la prisa que bulle como lava candente desde las profundidades de nuestro ser, tuvimos la sensación de que “la prisa lleva demasiado tiempo” por dos razones:
Una porque nos hace errar continuamente.
Otra porque nos roba el alma. O sea, el tiempo de disfrute.

Napoleón y Josefina.

 “Vísteme despacio que tengo prisa” dijo Napoleón.
“Desnúdate despacio que lo disfrute” diría su esposa Mª Luisa, supongo yo 
El caso es que nos hemos trasformado en absurdos zombis por cuyas venas circula el veneno explosivo de la prisa. Pero lo peor es que la mayoría de las veces, este circular por la autopista de la prisa, asfaltada con materiales tóxicos, no responde a nada apremiante, sino que ya es una pulsión costumbrista, movida por las turbinas de la  inercia.

Más allá de lo anterior, que se entere bien todo el mundo, sobre lo que dos chiflados, que perfectamente podrían ser cualquier persona, hablaron en plena calle:
¿Adonde vas tan deprisa?
No lo se, pero ¡vamos, apúrate! que llegamos tarde.

Ya sabe, pura costumbre ponzoñosa.
Pero lo peor no es la prisa en sí, ni siquiera los acontecimientos acelerados.
El problema gordo es ¡¡¡que el tiempo mismo parece acelerarse!!!
Si, ha oído bien.

El tiempo se acelera.

No es sólo que yo me apresure.
No es que los acontecimientos se desboquen como un caballo salvaje.
Es que el mismo tiempo se acelera como un tren sin frenos.
O sea que, para el hombre con 30 años, victima de la tiranía de la civilización, el tiempo parece discurrir más rápido que con 20, con 40 más rápido que con 30 y así sucesivamente. Y no sigo porque entonces voy a delatar datos sobre la edad, que no vienen a cuento
Así las cosas parece que el tiempo discurre incontrolado e incontrolable en un vértigo salvaje cada vez más urgente.  Como un tren en plena aceleración al que hay que seguir cada vez más rápido, a la carrera primero y en sprint como alma que lleva el diablo después, para mantenerse a su frenético ritmo.

Por decirlo de otra manera, la sensación de que el tiempo se acelera, en realidad, es un problema de inconsciencia. La inconsciencia continua en los quehaceres cotidianos hace que el tiempo parezca acelerarse. Algo en el fondo neurótico que a muchos acaba enfermando.
Y a esto argumentaba un doctor al paciente tumbado en la camilla:
¿Que es lo que va mejor en su ocupada agenda, ejercitarse en pisar el freno media hora o estar muerto las 24 horas?

Demos cuenta con todo que, la lentitud o rapidez del paso del tiempo lejos de ser un enigma que se descubre (como la ciencia descubre las cosas), es un misterio que se desvela. Y es que frente a los misterios hay que posicionarse con el asombro y la infinita paciencia para desvelar lo que es sólo nuestra sensación subjetiva.
Nuestra pura subjetividad.
Cuentan que estaban en medio de “Gran Vía”, tres caracoles y una tortuga depanzurrados por el asfalto, en lo que parecía ser la hecatombe de un accidente monumental por colisión frontal múltiple entre ellos mismos. Y un policía muy sorprendido, pregunta: 
- Pero ¿Qué diantres es esto? ¿Qué ha sucedido aquí? 
A lo que la tortuga espeta:
- No lo se, ha sucedido todo tan deprisa

Así de subjetivo puede ser la sensación del paso del tiempo.

Vamos acercándonos a una solución para la prisa patológica y que esta sea tan inconsciente como el agua para el pez.
Pero antes de llegar a ella conviene subrayar que, enterarse bien de lo que aquí se va a decir exige asombro y paciencia. Si prosigue con el asombro y la paciencia en la calma que este tema merece, en breve le regalaré tal solución.
Caso contrario, la indiferencia impaciente y el aceleramiento en la lectura, y los atajos, neutralizarán todo secreto que yo le pueda comunicar. De hecho, sería como el que llega a una sala de conferencias y pregunta:
Buenas tardes necesito saber rápidamente si es aquí donde se da la charla para vivir sin prisas ¡venga, holgazanes, vagos, que tengo mucha prisa!

El Tai-chi-chuan tiene la solución simple a un problema tan complejo.
El Tai-chi-chuan tiene la exquisita solución anti-prisa a la enfermedad del actual “homo rápidus” en esta “cultura de la prisa”.
Esta solución tiene la explicación propia de una pescadilla que se muerde la cola y se come toda entera:
Prisa - inconsciencia.
Inconsciencia - prisa.
La prisa y el tiempo.

Es decir, el tiempo se nos escurre como la miel líquida de entre los dedos, porque no somos conscientes del momento presente, y no somos conscientes porque nos apresuramos.
¿Quiere decir esto que si practico carreras de velocidad, el tiempo me pasará más deprisa?
No, nada de eso. Porque incluso la lentitud externa podría ser presurosa si en el interior hay prisa-inconsciencia. Y en este caso, la prisa inconsciente tropezará igualmente con sus propios pies.

A la vista de lo dicho, ni que decir tiene ya que, es el estado interno quien determina la sensación.
Lo cual significa que, es la actitud, la que determinará la altitud.
El tiempo se acelera cuando me acelero en mi interior, o lo que es lo mismo cuando se supera el  umbral de alteración de base de una persona. No cuando se va más rápido.
Y es que no se debe confundir prisa con velocidad.
Sería como confundir el tocino con la velocidad por el hecho de que pisar un trozo de tocino me hace resbalar, y por tanto, marchar a más velocidad. Nada que ver.
Pues por la misma razón, prisa es una cosa y velocidad otra. Que tengan un punto en común no significa que sean lo mismo. No hay que confundir conceptos.
De hecho mis piernas pueden acelerarse todo lo rápido que necesite, que mientras mi cerebro no se acelere, el tiempo, o mejor dicho, la sensación del paso del tiempo no se acelerará.
Pero también es cierto que si ralentizo mi exterior, siendo consciente de la lentitud, mi interior seguirá los pasos de mi exterior.
Lento.
Consciente.
Así es como se frena el tiempo.
Y…eso se aprende

Esta ventaja, es una fuente de salud que trae consigo otras ventajas asociadas, el pensamiento será mucho más clara así como el arraigo a la frescura del eterno presente, el sistema nervioso estará más tranquilo. En definitiva, mi salud me lo agradecerá, pero también mi felicidad lo agradecerá porque vivirá con más plenitud y no se perderá los buenos placeres de cada instante, como el tipo que entra un día en el restaurante y se los pierde:

Cliente y camarero.

- ¿Desea menú señor?
- No. Hoy tengo mucha prisa, tráigame sólo la cuenta.

Parece que lo que cuenta es finalizar las cosas, más que el disfrute.
Aunque todos sabemos que saborear la lentitud es lo importante. Para ello se debe entrenar lento, como hacemos en Tai-chi-chuan durante los primeros años de práctica.
Dicha lentitud aporta virtuosismo sin límites, porque ayuda a la integración de la intención en el gesto.
De nuevo, la lentitud, la consciencia.
Pero parece obligado plantear que a veces es la tentación de ser más veloz lo que nos puede. Y lo peor de la tentación es caer en ella. O quizá también se haga inconscientemente para ocultar los errores e incluso para evitar ver la realidad.
Llega uno a la cantina muy apresurado:
-De prisa, de prisa, deme tres chupitos. Rápido. Venga¡vamos!
El barman pregunta:
- Pero¿cuál es la prisa?
- Si usted tuviera lo mismo que yo también tendría prisa.
- Y ¿Qué es eso que tiene?
- Sólo tengo cincuenta céntimos.

El Tai-chi-chuan se práctica lento en la primera etapa de aprendizaje, en parte para que no se oculte inconscientemente un error con otro error, y no se tape la realidad verdadera con otra realidad artificial e hiper-superficial. A saber que, dos errores no constituyen un acierto.
Durante la práctica de la técnica del Tai-chi-chuan, es conveniente cultivar la sana costumbre de moverse lento, también por otros factores :

Félix Bargados.

El primero ser consciente de usar la espiración sincronizada con el movimiento lento para  rellenar virtualmente las extremidades de Chi. Como rellenando el brazo con una pasta de dientes para conseguir consistencia y poder, mientras proyectamos un gas que se desprende de esa pasta, por los dedos o palma de la mano.

El segundo ser consciente de espirar  con  la  intención de  poner el Chi  en los “perfiles efectivos”, que son las  líneas  del  brazo o  puntos  de   aplicación  que  actúan  contra  el   adversario.

El tercero es ser consciente de inspirar rellenando el cuerpo de presión y  abriendo  articulaciones,  como  si   el   brazo  fuese   hinchable,  para  aumentar los flujos de Chi en los meridianos.

En cualquier caso, un tempo lento nos brinda la posibilidad de “condensar el tiempo”. La medida del tiempo ordinario,  vulgar e impropio, cambia y pasa más lento al quedar prendado de una durée fluyente, que promociona un agradable estado modificado de  consciencia, en  favor de  un estado continuo alerta de la mente.
A saber que cuando me apresuro y estoy en modo multitarea en la vida cotidiana, el tiempo parece pasar más rápido. En cambio cuando calmo mis actividades y discurro con calma infinita y a una sola cosa por vez, el tiempo parece pasar más lento y la atención se amplifica. A esto nos referimos con “estado modificado de conciencia”.


Sólo cuando se es practicante avanzado, y ya es seguro que no caeremos en la tentación del apresuramiento, será el momento de moverse rápido (como se hace en “mano fantasma” y en “manos dispersantes”), porque aunque su cuerpo se mueva rápido, en el interior permanecerá la lentitud.
Si. El exterior será rápido, pero en el interior permanecerá la lentitud.
Con la sensación de que el tiempo discurre lento y calmado. Para decirlo de otro modo, si la velocidad te lleva, que la tranquilidad lleve las riendas.
A esa extraña pero maravillosa sensación, en Tai-chi-chuan la denominamos con muchísima propiedad “quietud en el movimiento”.
Quietud en movimiento significa que, la quietud no será algo opuesto al movimiento, sino lo mismo. El movimiento y la quietud se funden en una misma cosa.
El movimiento es externo, y la quietud interna.
Quietud existencial por decirlo de otro modo.
Y este refugio será el sosiego continuo que podemos llevar siempre con nosotros a dondequiera que vayamos. Una calma en flujo constante mientras el movimiento continúa y continúa.

Todas estas grandes cosas te las voy a enseñar en breve.
Con un pequeño ejercicio. Un simple ejercicio. Muy humilde.
No olvidemos al respecto que, para conseguir grandes cosas, hay que hacer pequeñas cosas.
Es una ley de la vida humana.
A las cosas grandes se llega por las pequeñas.
Por tanto, vamos a aprender a hacer cosas pequeñas por fáciles, pero muy efectivas.
Porque así como los sueños deben ser grandes, es decir, pensando que lo que hacemos nos va a llevar a algo grande para inspirarnos, los seres humanos como inteligentes que somos no deberíamos hacer cosas difíciles, sólo cosas fáciles que nos llevaran a grandes cosas.
De modo que:
PENSAR EN GRANDE.
ACTUAR EN LO FÁCIL, EN LO PEQUEÑO.

Me explicaré mejor en lo que quiero decir con los términos “fácil y pequeño”.
 Al practicar estas cosas pequeñas, si las circunscribe sólo a “entrenamiento rigurosos” y a lugares designados, parecerá que nunca hayan sucedido en su vida y nunca formarán parte de usted en todas partes. 
Mientras que si sus actividades forman parte de “la bella prosa de la vida”, entretejidas en todas partes, serán parte suya e irán con usted a todas partes como una sombra. Y así es como pequeños entrenamientos durante las actividades cotidianas del día a día, hacen un gran cambio.
Tan solo necesita amar lo que hace e integrarlo en su vida en pequeñas dosis. No se preocupe de haber desperdiciado tiempo con la prisa, hay tantas bellas auroras que aún no han brillado...

Y…¡¡¡AHORA MISMO PUEDE EMPEZAR!! 
En la vida cotidiana puede, o mejor “debería”, pisar el freno, disfrutar del hermoso paisaje y saborear la agradable lentitud. 

Pisar el freno.

Vamos a pisar el freno con suavidad. Vamos a practicar la lentitud. Y cuando la mente nos digaque lo dirá seguro: No puedes ahora, ahora no puedes ralentizar porque no tienes tiempo, tienes prisa. Entonces usted debería  pensarVeamos si es verdad

Decida concentrarse ahora mismo, esté lo que esté haciendo, pero en una mística asociada de hacerlo todo más despacio de lo habitual, mientras limpie su mente de cualquier  prisa.

 Primero intente el placer de eliminar un tercio de la velocidad en lo que hace ahora.

Cuando lo haya conseguido, intente hacerlo más lento y consciente,  a la mitad de la velocidad con la que habitualmente lo hace ¡aunque disponga de poco tiempo! Tanto sin contempla el cielo azul como en la danza vertiginosa de la vida en la ciudad, permanezca con la misma imperturbable calma interna.

Sorprendentemente sentirá como el tiempo transcurre deliciosamente y muy despacio en una placentera serenidad. 

El hecho de ir más despacio y de hacerlo todo ralentizado, nos sumerge en la bondad de un maravilloso estado de relax, en un estado placentero de alerta, y de aprecio supremo a los detalles, donde el ritmo pausado del hacer y el espejo interior donde se mira el propio hacer, se reconocen.

Ponga todos sus sentidos en ello y céntrese cálidamente en lo que siente.
La calma es hermosa. Muy hermosa.
Ponga sus sentidos, en la fragancia del aire, en un bocado de comida, que  experimenta, que sienteuna cosa por vez, porque lo contrario sería como si para disparar a un pato ”apuntáramos a todos los patos que vuelan, no acertaríamos a ninguno”. De hecho, para acertar es necesario concentrarse en uno.
                  
Cuando la lentitud exterior está a la mitad de lo habitual, puede dar por terminado el ejercicio. Es un buen nivel de “Tai-chi-chuan extrapolado a la vida cotidiana” para principiantes.  Mejor dicho, para cualquiera, principiante o avanzado.

Pero si lo desea ¡¡¡aun hay más!!!… a decir verdad, lo más interesante está por llegar…
VAMOS A EJRCITARNOS DE MANERA MAS PROFUNDA.
Ahora puede  seguir practicando en la vida cotidiana, ralentizando, pero en este caso ¡¡¡en el interior!!!
Comience a ralentizar más y más en el centro de su ser mientras su exterior sigue a la misma lentitud anterior. A lentitud del 50%. Pero ahora cada vez más lento en el interior, hasta que el interior se va aquietando y se detiene por completo, como una fotografía, quieta, completamente quieta.
 Hasta que sentirá que no tendrá tiempo para tener prisa.
Cuando se detiene el interior la naturaleza toma el control
La mente se rinde a la naturaleza y ha logrado la sensación del “máximo supremo”, o si lo prefiere “eje supremo” que nos inspira el TAI-CHI en su término. Ese eje supremo se refiere al sosiego sereno, la tranquilidad pacífica e imperturbable que reside en lo más profundo del SER. Es el ojo del huracán que esta siempre en la paz sonriente de una calma chica, por muy bravío que sea el temporal externo.
Aunque todo se mueva, el SER está quieto como una placentera balsa de aceite, reposando apaciblemente en el eterno crisol del tiempo.

Ese es el secreto íntimo del Tai-chi.
El secreto íntimo del Tai-chi es moverse bajo el paraguas de la lentitud, bajo el cuál  después asoma la calma interior.
Y con esta, aparece el silencio existencial.
Por último moverse sintiendo.
Así se alcanzará un equilibrio y armonía plenos de felicidad.

Ese interior imperturbable, se siente como estar en el mundo sin ser del mundo.
De este modo, una energía y vitalidad del presente nos inunda suavemente mientras todo se hace ante la exaltación de la lentitud, y es cuando, los latidos del corazón humano en calma, medirán el acompasado flujo de los movimientos, tan tranquilos y centrados como si sólo existiese lo que se hace,  “al mirar una vela, simplemente mirar, al caminar, simplemente caminar, al sentarse, simplemente sentarse”.
Lento. Muy lento. En calma absoluta.
EN SILENCIO
Entonces se experimenta la plenitud de un presente ralentizado,
el encanto de la alerta tranquila.
Muy atento al punto infinitesimal de cambio que se produce al pasar de una actividad a otra, tal y como
ocurre en la forma de Tai-chi-chuan.
Al cabo parece concluirse que, todas las cosas vienen de algún sitio y van de camino hacia algún lado, pero cada instante es lo único que existe, y “el instante” nos libera tanto de la ansiedad futura como de la culpa pasada acerca de otro instante”.

El instante es la cualidad natural que  debería ser el perejil de todas las salsas y no la flor de un solo día.
Perejil.
Artículo Original de Felix Bargados
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