QUE HACER,
QUE NO HACER EN
Téxto: Félix Bargados
“Si sabe lo que es improcedente, sólo queda lo procedente”
Como bien nos enseña diariamente la bella filosofía del Tai-chi, que tanto nos deleita y conmueve, todo “hacer” debe empezar por “no hacer”. Y esta mística tan femenina como inteligente, transferida a la interesante metodología del aprendizaje del arte supremo fundamentado en la armonía Universal, significa que, antes de hacer algo hay que saber evitar los errores de lo que hacemos. O mejor dicho, de lo que creemos saber hacer. Y quizá deberíamos incluirnos los expertos.
Dijo el jefe experto al empleado:
-Me hicieron jefe porque soy idiota. Sería demasiado riesgoso darle todo este poder a una persona inteligente.
En base a esta filosofía de evitar primero lo que no hay que hacer, me veo en la sana obligación de mencionar las elocuentes CONTRA-NORMAS conductuales de tan maravilloso juego:
“No aferrarse: No insistir, no resistir”.
Lo cual quiere decir, desapegarse un poco y “cambiar” de intención antes de que el forcejeo de animal por antonomasia se imponga. Desapegarse del deseo, tanto en lo que deseamos nosotros mismos, como en lo que no deseamos que haga el otro.
No es procedente la disputa, ni el guerrear con alguien, porque aunque uno tenga razones para guerrear, estas nunca son buenas.
Abandonar por tanto, la vieja costumbre asilvestrada de la “resistencia mutua”, que es cuando nuestra energía y la del oponente son opuestas,
y sentimos que aumenta la incomoda presión en el contacto con el
otro.
Quiero decir con esto que hay que “fluir”, en vez de aferrarse a lo que deseamos. Transformar la intención del otro en la nuestra a favor de un contra-equilibrio, tal como se empuja una puerta giratoria, y así esta lo devuelve por el otro lado con delicadas maneras, en las que late la divinidad de “seguir al otro para llevar al otro”.
Lo cual significa comprender lo que quiere hacer,
para comenzar con su intención y continuarla con la
nuestra.
“No mostrarse ni ser deficitario”.
Esta sentencia significa que hay que ser “preciso” en la energía, que no hay que poner excesiva energía, ni tampoco insuficiente. La energía debe ser justa para no ser descubiertos por el adversario en nuestras intenciones. O sea, no dejar rastros.
“No doble peso, y no doble flotación”.
Queremos decir con esto que no hay que mantener la “clara separación” de las fuerzas en ambos lados del cuerpo, para no trabar la estructura (en ninguna parte del cuerpo) y que tampoco hay que mantenerse mórbido. Por el contrario hay que mantener un sistema elástico, flotante y energético.
“No perder contacto: adelantar o escapar”.
Separarse del contacto o mantener excesivo contacto hace que perdamos la cualidad “pegado-adherido” y que no podamos “escuchar-comprender” las intenciones del compañero
Debo advertir que todas estas cosas dichas no están expuestas a ladrones. Sólo las entiende quien practica. Se entienden cuando uno se encuentra sumergido en la filosofía del Tai-chi. De modo que, la propia práctica nos aporta el entendimiento práctico y un servidor sólo le reafirmará lo que usted ya sabe. Sino, nos ocurrirá como a dos peces que conversaban:
-Oye tú ¿Qué significa eso de que “el que no corre vuela”?
-No se amigo, nunca lo entendí…
Hecha esta aclaración, ahora podrá sumergirse en el juego de lo que se debe hacer. Cuales son las normas conductuales de lo que se debe hacer. Esta FILOSOFÍA CONDUCTUAL del Tai-chi, nos anima a usar ciertas normas en positivo para el crecimiento espiritual que se ha venido a explicitar en las siguientes reglas máximas:
“Invertir en perdidas”, es no querer vencer a toda costa, porque querer conseguir resultados en detrimento de las consecuencias, a toda costa es improcedente en un camino espiritual como lo es el Tai-chi-chuan. Confundir resultados con consecuencias es como confundir hambre con apetito.
“Retrasar la gratificación”. Se refiere a ser feliz con las experiencias, porque la “meta es el camino”, no la meta. La búsqueda de resultados inmediatos genera astucia por llegar pronto a una meta, mientras que a través de las consecuencias de la buena práctica, en desapego, no hay lucha. Todo se favorece y nada se combate.
Demos cuenta de que cuando un chucho cualquiera va a recibir la comida es cuando más feliz está. Mientras que cuando ya ha recibido la misma, su felicidad ha pasado.
La gratificación se encuentra durante el camino, no en la meta.
“Saborear lo amargo”. En base a la sabiduría “ningún error, ninguna ganancia”, este principio nos estimula disfrutar de los errores, a sacar lo positivo de todo aparente fracaso. En realidad todo es un éxito si se sabe sobrellevar su enseñanza amarga, a veces, pero fructífera.
“Gentileza de huésped”, que significa, no siendo servil, demostrar aire agradecido y respetuoso sin tratar de prevalecer nunca sobre el compañero. Amabilidad sin fronteras, aun a pesar de lo duro o trabado que pueda estar el oponente.
Como dijo Lao-Tse: “con los buenos soy bueno y con los malos soy también bueno”.
Como dijo Lao-Tse: “con los buenos soy bueno y con los malos soy también bueno”.
“Aplomo ante violencia”. Violencia es la amenaza de daño, muchas veces cruel, bruta y asilvestrada. Pues a estas acciones, hay que responder siempre sereno y circunspecto con la fuerza de voluntad asertiva de superar los impedimentos con la mayor dulzura posible.
“Ir con decisión”. Estancarse o aferrarse a una cosa genera stress. Aunque a veces no seamos conscientes de la sutileza de los cambios, estos están siempre presentes. Por tanto, durante la práctica del Tui-shou, en vez de fijar al adversario para impedir el flujo que nos bloquea en terreno seguro, sería interesante perderse en el bosque, lanzarse a lo desconocido y confiar que el cuerpo sabrá fluir. Ser consciente de los cambios y a fluir sin resistirse porque “no hay tormenta intensa que dure todo el día ni vendaval que dure toda la mañana”.
“Ser sutil hasta la invisibilidad”. Es la habilidad sutil de ser como un fantasma que no deja rastros. No dejar rastros. No hacer ver nuestras intenciones, no mostrarse, en vez de eso seguir la estela del otro espontáneamente y sin interferencias.
“Transformar las desventajas en ventajas”. Una vez hemos cedido elásticamente a favor de una curva sobre-dimensionado o infra-dimensionada, es decir cambiando la curva de trayectoria inicial del oponente a una más pequeña o más grande, se enfoca al eje del oponente y se manifiesta la energía y el patrón de movimiento más adecuado para resolver la situación. Esto último es lo que llamamos “actuar con técnica”. Y si a uno de los ejemplos de respuesta lo esquematizáramos en un patrón rígido para la práctica de por vida, lo denominamos simplemente “postura” o incluso “técnica”. Por eso el sabio maestro dice que “si usamos la técnica saldremos derrotados”.
“Seguir el camino del medio”. Desde la noche de los tiempos se conoce la “ley del efecto contrario” o “intención paradójica”. Esta reactancia se fundamenta en que si alguien se excede un poco en algo, genera el efecto contrario.
La explicación a este fenómeno natural es que todas las cosas de la naturaleza son producto de dos polaridades.
Dado el excesivo desequilibrio que tiene el ser humano hacia el lado visible, exterior, fuerte y tenso de la vida es mejor tomar primero consciencia del otro lado, suavidad, interiorización, relajación. En definitiva, la parte “Yin” de las cosas. Para finalmente lograr un equilibrio entre ambos y permanecer en el medio de toda situación. En un equilibrio flotante entre ambos polos.
En definitiva, “si estamos dispuestos a permanecer en el centro de cualquier hecho, entonces podemos ver los dos polos”.
Si lo piensa bien, estos items no son simplemente una norma, sino que son beneficios prácticos que revierten inmediatamente hacia nosotros como un boomerang cargado de virtuosismo.
La gustosa realidad a la que nos referimos todo el tiempo, es que esta preciosa práctica tan valorada por los practicantes de Tai-chi-chuan, encuentra su gracia en armonizar con nosotros mismos, con el mundo, y con los demás, ofreciendo siempre el aire cálido de un huésped. Aunque para ello habrá que limar más de una aspereza que nos enfrenta a los demás. De hecho, nunca deberíamos enfrentar directamente nuestra voluntad a la voluntad de otros porque la fuerza se encuentra en los que ceden. Y en Tai-chi-chuan se nos enseña que no debe ser nuestra voluntad cargada de deseo de hacer o permanecer en algo lo que nos mueva o nos deje quietos. Porque perderíamos la libertad del cambio adaptativo a lo inesperado.
Todos los actos de voluntad son limitantes, cuando alguien dispone sus preferencias y escoge algo, excluye todo lo demás, igual que cuando alguien contrae matrimonio con una mujer renuncia a todas las demás mujeres. Y lo peor es que son los demás quienes no quieren que cambiemos de opiniones, ni de actitudes, ni de pensamientos...
-Por favor, una ayuda para pagar la hipoteca.
-No, ni hablar, que luego te lo gastas en comer.
Y para concluir, la libertad del cambio, como nueva virtud, fresca y vivificante,
que nos aporta el Tui-shou es el la adaptabilidad en el dominio de las fuerzas coincidentes. Nuestra intención sutil no debe dejar rastros en la acción, sino que se une en armonía a los intereses del otro. Y es entonces cuando la coincidencia de nuestra energía con la del adversario entran en perfecta sintonía, optimizando la armonía y fluyendo en excepcional deleite.
Artículo Original de Felix Bargados
Todos los derechos reservados.
CONTINUARA…